Haitianos creen que viven el anticipo del fin del mundo


Miles de creyentes católicos y de rituales paganos como el vudú se reunieron para pedir a Dios por los muertos y heridos de la tragedia
Millones de haitianos de diversos credos se congregaron hoy desde horas tempranas en miles de puntos del país en una jornada de luto por las víctimas del terremoto, y con plegarias a favor de los sobrevivientes.
 Con los brazos en alto y gritos de aleluya, la población concentrada en iglesias y frente a altares improvisados en plazas y parques hacían coros en apoyo a las palabras de los pastores, quienes imploraban a un ser divino que no se repita otra catástrofe como el sismo que hace exactamente un mes devastó el país.
Familias fragmentadas por el terremoto, con la mayoría de sus integrantes vestidos de blanco y negro, se dieron cita este día de ayuno, el primero de tres consecutivos en que llorarán a sus muertos.

La céntrica plaza Champs de Mars, en las inmediaciones del Palacio Nacional, fue escenario de una de las más grandes concentraciones, a la que acudieron decenas de miles de personas, una buena parte de ella refugiada en los campamentos improvisados en parques aledaños.

En las invocaciones, los pastores hicieron un llamado a tener fe en que Haití saldrá de la trágica situación que atraviesa.

El joven Job, uno de los tantos asistentes a la misa en Champs de Mars, perdió su vivienda, ahora vive en la calle y vino con su Biblia en la mano para orar por sus familiares muertos.

También estuvieron allí varios médicos cubanos graduados en Cuba, entre ellos Laine Stanley, quien señaló a Prensa Latina que muchas personas aquí llegan a pensar que el sismo fue una señal de la cercanía del fin del mundo.

A la jornada de luto asistieron protestantes y bautistas, también quienes profesan el vudú y los católicos. Todos juntos oraron.

Desde horas tempranas, personas de todas las edades, emprendieron largas caminatas para dirigirse a las varias plazas donde tuvieron lugar las ceremonias, en las que son palpables las condiciones infrahumanas en las que vive la mayoría de la población.

Mientras unos oraban, la lucha por la supervivencia continuaba en el corazón de los campamentos y fuera de éstos, donde los padres procuran un bocado para sus hijos, en medio de la tragedia que los rodea, causante de más de 200 mil muertos.

Si bien la mayoría de los ciudadanos asistieron a las misas, otros dedicaron las primeras horas de la mañana a intentar conseguir algo de comer.

Frente a la capitalina comisaría de Canapé-Vert, uno de los habituales puntos de distribución de alimentos custodiados por fuerzas de la ONU, permanecían grupos de personas a la espera de que la suerte los acompañe.