Haití antes y después del terremoto


La Habana, 1 feb (PL) Olvidado durante años por la comunidad internacional, Haití sólo ocupa la atención de la prensa ante un hecho como el reciente terremoto, pero pocas veces las noticias van más allá de reflejar los primeros momentos del cataclismo.

A lo largo de su historia el territorio haitiano ha sufrido innumerables desastres como resultado de la confluencia de varios factores que aumentaron su vulnerabilidad ante fenómenos climatológicos o tectónicos.

Sería errado pensar que el fatalismo proviene únicamente de su posición geográfica, en un área de alta incidencia de huracanes. Tampoco se le puede atribuir a un poder divino o a la naturaleza la responsabilidad de tantas desgracias.

Más bien la respuesta habría que buscarla en los siglos de colonialismo y neocolonialismo, de intervenciones continuas y del injusto y excluyente orden económico que la convirtieron en la nación más pobre del hemisferio.

Haití fue colonia de España y después de Francia hasta que en 1804 se proclamó como la primera república independiente de América Latina y el Caribe, tras una cruenta lucha contra las tropas francesas de Napoleón.

Sin embargo, Francia obligó al país a pagar una indemnización a los colonizadores por 150 millones de francos cuando en esa época su presupuesto apenas alcanzaba unos dos millones.

Después de la primera revolución victoriosa de los esclavos, el territorio se vio sometido a constantes bloqueos e invasiones extranjeras, sobre todo estadounidenses.

Washington también apoyó a las dictaduras de Francois Duvalier y de su hijo Jean Claude, más conocido como Baby Doc, que se mantuvieron en el poder entre 1957 a 1986, cuando este último fue derrocado por una rebelión popular.

Durante esos casi 30 años la deuda externa del país se multiplicó en 17,5 por ciento hasta alcanzar los 750 millones de dólares.

Una investigación reciente demostró que en el momento de la huida de Baby Doc la fortuna personal de la familia Duvalier era superior a ese monto y alcanzaba los 900 millones de dólares.

Los Duvalier también incrementaron la explotación irracional de los recursos forestales, iniciada desde la colonia, al punto de que en la actualidad el 98 por ciento del territorio está deforestado, lo cual magnifica el impacto de ciclones, deslaves e inundaciones.

Como resultado de todas estas políticas Haití ocupa hoy el lugar 150 entre 177 países en cuanto al Índice de Desarrollo Humano, la pobreza alcanza al 80 por ciento de su población y la esperanza de vida es de apenas 50 años.

A la ya deprimida situación económica se suman ahora los problemas creados por el terremoto del 12 de enero, cuyo costo económico será mucho mayor que las pérdidas ocasionadas en 2008 por sucesivas tormentas y huracanes.

El movimiento telúrico de 7 grados en la escala de Ríchter dejó un saldo estimado de 180 mil muertos, 200 mil heridos y tres millones y medio de damnificados.

Edificios emblemáticos, como el Palacio Presidencial, la Catedral, el Arzobispado, el Parlamento, varios ministerios y la sede de la ONU se vinieron abajo con el sismo.

Pero también se desplomaron decenas de miles de viviendas, tiendas, escuelas, hospitales, iglesias, hoteles y otras instalaciones en Puerto Príncipe y en los centros urbanos de Jacmel, Carrefour y Leogane.

"Es como si el país hubiera sido bombardeado por 15 días", declaró el presidente haitiano, René Preval, cuya residencia también se derrumbó.

El mandatario admitió que se necesita curar no sólo las heridas abiertas por el terremoto, sino desarrollar la economía, la agricultura, la educación y la salud, crear puestos de trabajo y reformar las instituciones.

Preval consideró el fortalecimiento institucional y el desarrollo como condiciones indispensables para lograr la estabilidad política y económica.

El tema de la ayuda para la reconstrucción de Haití fue analizado en las reuniones celebradas en Santo Domingo y Montreal para preparar la Cumbre Mundial de Donantes, prevista para marzo en la sede de la ONU en Nueva York.

Según los expertos, el país caribeño necesitará 10 mil millones de dólares en una década para la recuperación de los daños ocasionados por el sismo.

Los esfuerzos, sin embargo, deberán encaminarse no sólo a la atención de la emergencia, sino también a la implementación de programas sustentables que permitan superar el subdesarrollo.

Entre las tareas prioritarias figuran el fomento a la agricultura y las medidas para revertir el daño medioambiental y la aridez de los suelos, que amenazan los suministros de alimentos y agua.

También es urgente que las naciones industrializadas cumplan con su compromiso de ayuda a las naciones pobres para poder avanzar en los objetivos del Milenio de la ONU.

Tales metas van encaminadas a reducir la extrema pobreza, el hambre, la mortalidad infantil y materna y ampliar el acceso a la educación y la atención médica hacia el 2015.

Uno de los más fuertes reclamos a los organismos financieros internacionales después del movimiento telúrico es la condonación total e incondicional de la deuda externa de Haití, que asciende a mil 885 millones de dólares.

Según estimados, más del 80 por ciento de ese endeudamiento está en propiedad del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo.

Hasta ahora el paso más firme en ese sentido lo dio Venezuela, al anunciar la condonación de la deuda haitiana con el mecanismo energético Petrocaribe.

Cuba, que desde hace más de una década apoya a esta nación en la salud, educación y formación de especialistas, advirtió que Haití sólo podrá avanzar hacia un futuro de prosperidad con el respaldo constante y firme de la comunidad internacional a largo plazo.

El primer ministro haitiano, Jean Max Bellerive, lo describe como un esfuerzo mundial que permita pasar de la reconstrucción a la edificación de un nuevo país.

(*) La autora es jefa de la Redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina.