Haití después del terremoto, desde la óptica de un mendocino

Habla un mendocino que está en Haití, dando una mano desde antes de esta última tragedia. Las imágenes, tomadas por un casco azul de la ONU, impactan porque delatan cómo era el país antes de la catástrofe. Entrá a la nota y mirá la galería


El terremoto de Haití y su posterior secuela devastaron la ciudad de Puerto Príncipe. Eso se sabe, se leyó en todos los diarios o en cualquier sitio de internet. También se escuchó y se vio la cruda realidad a través de la televisión. Pero, en esta nota, mostramos el después del sismo en el país más pobre del occidente.

Un casco azul mendocino que está trabajando en el lugar de la tragedia retrató fotos de lo que, ahora, se está viviendo en Haití. Los cascos azules son integrantes de las Fuerzas de Paz de la ONU. Este hombre, cuya identidad prefiere reservar, iba a regresar a tierras cuyanas pero su vocación lo hizo quedar allá, ayudando, como pueda.

Por unas escasas 48 horas, este mendocino no presenció el terremoto ocurrido el 12 de enero. Pues hasta el domingo, él junto a sus compañeros estuvieron por las pobres calles de Puerto Príncipe y regresaron a la otra base instalada en Gonaives. Sin embargo, el deber los convocó a los pocos días y el regreso al hogar –después de seis meses- se postergó.

Sin embargo, este mendocino sabe que su hogar, en este momento, se está montando junto a los que se quedaron sin techo, sin vestimenta, sin nada. La ayuda humanitaria que se está realizando junto al programa WFP (World Food Program) es posible gracias a los cientos de vuelos, que llegan diariamente de distintos países –entre ellos Argentina-, con donaciones, especialmente alimentos y enseres domésticos.

Lo que dejó el terremoto es trágico, sólo por el hecho, de todo el caos que se desató posteriormente: millones de personas se quedaron sin lo indispensable para vivir; los muros de la cárcel también se cayeron y cientos de peligrosos delincuentes escaparon; los inescrupulosos se dedicaron a “captar” a niños y adolescentes para fines que están más cerca de la trata de personas y el tráfico de órganos, que de ayudarlos a seguir; la cifra oficial de 170.000 muertos frente al dato extraoficial: unos 350.000 víctimas fatales...

No obstante, las miradas del mundo se han concentrado en el después del terremoto y pocos, o nadie, recuerda el antes: casi un 80% de población anafalbeta y que sólo vive con casi dos dólares por día. Hasta las fotos, enviadas por el militar mendocino, denotan esta realidad pasada y connotan un futuro incierto.

Si una imagen vale más que mil palabras, tal vez, mostrar cuatro sería innecesario. O no; quizás, nos recuerde que el llamado de atención para que percibamos los signos de los tiempos es para todos por igual.